miércoles, 16 de enero de 2013

Su relato.


De la rutina insípida de su oficina, salía presurosa. No iba a aguantar más. Miradas insidiosas, palabras inoportunas, roces perversos. Se terminó. Llamó un taxi y se dirigió a la comisaría de la policía más cercana. Con un intenso suspiro, inició el relato de la odisea que diariamente sufría en su oficina por parte de su superior.